Pdc·09|67 Suenan con fuerza los trombones, entrando el coro ?llegó la banda tocando salsa, para que entre en la bachata?, y muchas parejas se levantan en son, bajo la leve tonalidad de unas luces que se confunden con los colores de las vestimentas de los rumbe- ros. Luego, es inconfundible el cantante que complementa la pieza musical con su ?todos están bien contentos, porque le viene a tocar, un grupo de bandiditos de la escuela musical?, se trata de Héctor Juan Pérez Martínez, mejor conocido como Héctor Lavoe. Nacido el 22 de septiembre de 1946 en Ponce Puerto Rico, y fallecido el 29 de junio de 1993 en la ciudad de New York, espacio que lo albergó a inicios de los sesenta para empezar su periplo musical hasta llegar a conformar una de las parejas más recordadas del escenario salsero junto al ?malo de Bronx? Willie Colón, pertenecer a la Fania All Star, y ganarse el seudónimo de ?El cantante de los cantantes?. En el año 2005 aparece el documental La Voz, de Benoit de Vilmo- rin y Etienne Sevet, que si bien no es un documental con factura téc- nica deseable en cuanto a su montaje y aprovechamiento del espacio que presenta a New York, Puerto Rico, Cali y Buenaventura, sí lo es por algunos aportes de los entrevistados, entre los que se encuentran cantantes, músicos, locutores, académicos, y personas aficionadas a la figura del que decían era ?El rey de la puntualidad?. Entre datos y entrevistas, vemos imágenes de algunos de sus conciertos memora- bles: en Panamá, cantando ?Todo tiene su final? (1973); en el Coliseo Roberto Clemente de Puerto Rico, cantando ?Mi gente? (1974); con Willie Colón en el mismo San Juan, en la Super Salsa de 1978, can- tando ?Che Che Colé?; en Guaynabo ?Puerto Rico?, cantando ?El Cantante? (1985); y en el Callao ?Lima, Perú?, en 1986. Inicialmente, Cheo Feliciano afirma que Héctor era el niño mi- mado en la Fania All Star, cumpliendo un papel importante cuando saltaban a la vista discrepancias, siendo él quien bajaba la tensión -PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LA SALSA, SACRIFICADO SEA TU SAOCO, PAPÁ DIOS. NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN DEL ROCK, LíBRANOS DE LAS RASPAS, PROTÉGENOS DE LAS GUASCAS, PANELAS, Y MERENGUES DO- MINICANOS. SALSIFICA NUESTRO GUAGUAN- CÓ, ASí COMO NOSOTROS LOS CALEñOS, LOS LATINOS, ADORAMOS EL YENYERÉ, EL BOLE- RO Y LA FRENÉTICA SALSA, ESPERANDO TU PROTECCIÓN MELÓMANA, ESTA TARDE, COMO TODAS LAS TARDES CALEñAS? -?El Loco? Valencia en ?La Calle está dura? Rumba Stereo FM, Cali, en el documental ?La Voz? (Benoit de Vilmorin y Etienne Sevet, 2005). con un chiste o algo divertido para entrar en nuevo estado y acabar los problemas. Para uno de sus fanáticos en Cali, rumbero de oficio, llamado Hugo Carteras, la música de Lavoe es algo ?como si viniera del cielo, como si llegará un rayo de luz, lo cogiera a uno por dentro, lo alumbra todo, y se siente uno con fuerza, lo pone a llorar, pero no de tristeza, sino de alegría?. El periodista y amigo del cantante, Jairo Sánchez, nos dice que Héctor Lavoe era un hombre de extremos: el mejor cantante, la mejor voz, el mejor sonero, el mejor drogadicto. Su hermana, Priscila Pérez, anuncia que él sabía que en New York había mejor ambiente para lo que a él le gustaba hacer, cantar, porque desde niño siempre le gustó la música, ganando a los 5 años un premio en una de las emisoras radiales de la época, y cantando a los 9 años en TV. Entra en escena Willie Colón relatando sus inicios musicales y su encuentro con Héctor Lavoe bajo el auspicio de Jerry Masucci y Johnny Pacheco con el sello Fania, un anecdotario que involucra asuntos de rencillas entre la banda de Lavoe ?La New Yorker? y la de Colón ?La Dinámica?; también contextualiza un poco el nacimiento de la salsa, anunciando: ?las leyes de aquí eran las mismas que en Sudáfrica, y esto hasta 1963-1964; éramos separados, pero unidos, víctimas de discriminación, Martín Luther King marchaba hacia Alabama y nosotros recibíamos palizas por nuestras descargas en el Bronx; para decirte que en el nacimiento de la salsa, aunque las letras de las canciones no eran directamente políticas, el mero hecho de estar tocando esta música extraña, en un país aún más extraño, como comunidad al margen de la sociedad, era como un desafío?. Partiendo de las imágenes de Héctor Lavoe en el concierto de la ?Feria del Hogar?, en Perú, 1986, en son de plena ?Helena Helena, Helena Helena, Helena tiene un bombón, yo me voy, negrita santa, pa'l barrio de San Antón?, Cheo Feliciano explica qué es ?la plena? en Puerto Rico, que según él, ?no es otra cosa que la prensa hablada; en esta se habla de los sucesos del día, para aquellos que no tenían la ra- dio, ni los medios para el periódico, por lo tanto escuchaban la plena?. El complemento de esta reflexión son imágenes del año 2004 de un grupo de personas que cantan ?plenas? en el barrio de San Antón, en Ponce Puerto Rico, y en Santurce, barrio del municipio de San Juan. El profesor Alejandro Ulloa, de la Escuela de Comunicación de la Universidad del Valle, afirma que Héctor Lavoe no sólo cantó, sino que encarnó, en vida, las letras que cantaba: ?Una cosa es que un mú- sico como Maelo Ruíz, Víctor Manuel, el mismo Gilberto Santa Rosa, que son músicos de clase media, con buena educación, le canten a la salsa. Y otra cosa es que usted venga de la calle -de una cárcel, como Ismael Rivera-, como sí era Héctor Lavoe como sí era Cheo Feliciano, como sí fueron otros cantantes. No solamente le cantaron a ese mun- do, sino que ellos eran de ese mundo. Y como la salsa aquí fue de la marginalidad y del malandro, pues Héctor Lavoe encarnaba esa figura social?. La reflexión del profesor Ulloa está ligada con el crecimiento de la ciudad y la construcción de los barrios populares en la ciudad de Cali, donde la música venida de la Habana, México, Puerto Rico y New York, entra a ser un habitante más de la vida cotidiana, que se construye bajo la rumba callejera o privada. Sobre las dificultades de Héctor Lavoe y sus vicios, dicientes in- clusive con su tema ?Todo tiene su final?, Gilberto Colón afirma que ?él daba la impresión de que todo estaba bien, pero no lo estaba por sus innumerables problemas, con otra dificultad: el quería estar en ...Héctor Lavoe era un hombre de extre- mos: el mejor cantante, la mejor voz, el mejor sonero, el mejor drogadicto. Pdc·09|69 un status social que la plata de él lo permitía, pero que él no quería estar allí?, no tenía esa gentileza, él era de la calle?. Del tema ha- bla igualmente el violinista Alfredo de la Fe, narrando una anécdo- ta sobre Héctor Lavoe y las drogas, así como el congoncero Eddie Montalvo y sus historias con las eternas rumbas. La voz en off del documental narra la llegada de Lavoe al Cali de los ochenta, anun- ciando: ?En New York se destaca por su desfachatez, dándole guerra a más de un empresario. Desprestigiado en el circuito, y negándose a convertirse en uno de esos cantantes para turistas de paraísos ca- ribeños, embarca en el avión privado de su amigo colombiano Larry Landa, adinerado melómano de fortuna sospechosa, rumbo a Cali?. La historia de Héctor Lavoe con Cali, en palabras de Jairo Sánchez, empieza con las orquestas de salsa que llegaban a la ciudad en los setenta, porque la ?Sucursal del cielo? se convirtió en el epicentro del género musical. El timbalero Pichirilo, afirma que en el año 1979, él tocaba y dirigía un grupo de Piper Pimienta, época en el que Larry Landa trae de gira a Héctor Lavoe con su orquesta, conociéndolo en tarima; luego, en 1983, Larry lo trae a vivir a Cali, para ayudarlo en sus adicciones a la droga, contratándolo para diversos shows en su discoteca Juan Pachanga Charanga, y organizándole un grupo con el mismo nombre. Del empresario caleño aparecen algunas referencias concernientes a su oficio. Su hijo Juan Carlos Araque afirma que la situación de Lavoe en Cali era tenaz por lo que vivía; de su padre, afirma que inició su negocio alquilando equipos de sonido y música para fiestas en la ciudad, con el nombre ?Ritmo Lala?, cambiando luego su nombre a Larry Landa, reconocido internacionalmente por traer a los salseros del momento a la capital de la salsa, en épocas donde el producto interno bruto colombiano co- menzaba a tener fama internacionalmente por la ?exqui- sitez? de la cocaína de exportación. Entonces, bajo viajes clandestinos, nos regresaba -según uno Ilustración: Daniel Tacho de los entrevistados-, otros tesoros, música caribeña expresada en salsa bajo la batuta de Pete ?El Conde? Rodríguez, Héctor Lavoe, The Lebrón Brothers, El Conjunto Cásico los Rodríguez, La Sonora Ponceña, y otros exponentes de reconocida fama. La vida de Héctor Lavoe en Cali pasaba entre shows en Juan Pachanga Charanga ?Juanchito- con 10 o 1000 personas escuchándolo, improvisando todas las noches y can- tando boleros, más las presentaciones privadas de la época, donde según Alfredo de la Fe, Héctor Lavoe era el más cotizado, con espectáculos que duraban hasta dos días bajo la presión de quienes pagaban. Su ritmo era de largo, salía de las presentaciones a las seis de la mañana, se dirigía al apartamento de Alfredo de la Fe, saliendo a las once de la mañana para luego ir a la ciudad y mez- clarse con la cotidianidad. Sin embargo -prosigue Jairo Sánchez-, su sitio preferi- do era Buenaventura, porque encontraba allí sus raíces. Integra esta reflexión, la de un melómano que narra cómo el influjo del puerto sirve de entrada a los acetatos que nutrirían la cultura musical de la región, ya que los nativos, al ser empleados de los buques cargueros que llegaban, lograban obtener un di- nero que la mayoría de las veces era invertido en un buen equipo musical y en la compra de discos de salsa, formando una nueva cultura melómana vinculada a los sonidos de New York. El 28 de febrero de 1977, Lavoe se presentó en Buenaventura, "bello puerto del mar", punto inicial de su fama en el Valle del Cauca que según sus amigos y cómplices musicales, se convirtió en un espacio donde Lavoe se sentía especial por el afecto de su gente y la cercanía al estilo de vida de algunos puertorriqueños. Allí, entre el público que fue a escucharlo, estaba Andrés Caicedo, último concierto del escritor caleño que días después, el 4 de marzo, decidiera suicidarse y entrar en el circuito de reconocimiento literario y cinéfilo nacional. Sobre su primera presentación en Cali, en marzo de 1977, Umberto Valverde nos cuenta: "[?] La primera vez que vino a Cali, se pre- sentó en el Evangelista Mora. Yo vivía en Bo- gotá y Henry Holguín, director de la revista Antena, me envió a cubrir la presentación. Vamos a gozar un poco. Fue un sábado y Lavoe tocaba maracas, vestía un vestido verde y chaleco, se apreciaba su enorme anillo que lleva su nombre, vamos a reír un poco, ríe tu carcajada final, Héctor reía, a su lado, José Mangual Jr, bongo- sero y director musical, Lavoe se quita el chaleco, el sudor le pegaba la camisa a la piel, Lavoe cantaba sin esfuerzo, sobrado, estaba en la plenitud de su vida, tenía 31 años, la gente asistió como pudo, saltaron los controles y entraron a ver a su ídolo, qué te pasa, estás llorando, tienes alma de papel, luego, Hacha y machete, seguro, firme y decidido, casi todo su elepé, bus- cando una mejor sonoridad, Willie Colón ya no estaba con él, era su banda, Lavoe se secaba el sudor, tomaba aire, bebía aguardiente, casi no hablaba, sólo sabía cantar, Mentira, la trompeta triste, Salomé no está llorando el martirio de sus penas, mujer falacia, impostora Pdc·09|71 de caricias, la gente gritaba, la muchachita lloraba, el negro bembón sudaba y abrazaba a su negra, el coro entraba, cambiaba de ritmo, llegaba la rumba, y de pronto, cantó Plazos traicioneros, después del Evangelista Mora se presentó en Las Vallas, en una de sus mejores noches en Cali, Lavoe en persona, los caleños no lo podían creer, no quiso cantar Ausencia, recordó la Murga de Panamá en una impro- visación que trajo a la memoria algunos apartes de Alegría Bomba E, ese inolvidable tema de Cortijo, es el final, Lavoe hizo el corte con las maracas, Lavoe por primera vez en Cali en 1977". La crónica de prensa publicada por la revista TV Semana, del periódico El País sobre está presentación, titula "Lavoe no quiso al- ternar con Piper, sin embargo?", el texto es escrito por Santos Colón, y sin hacer mención al título, el lector se queda sin saber cuál fue la situación con Piper Pimienta que, por su mensaje, debió haber pasado por quién acompañaría al cantante como telonero, y la no aprobación de la estrella salsera. El concierto se realizó en el coliseo Evangelista Mora. El autor del texto alerta que, dos días antes de la presentación, estuvo pensando en el momento en que sonaran Mentiras, Hacha y Machete, Periódico de Ayer, aquellos que Lavoe cantó con la orquesta de Willie Colón, que no podía olvidarse de ninguno, y que si lo hacía los pediría a gritos: ?Y así sucedió. Del Evangelista salía humo y no era para más. Prohibido entrar licor; y las canecas brillaban de mano en mano como en las grandes fiestas latinas del Yankee Stadium?. Sobre las acciones de Lavoe en escena (cantando, improvisando, bailando, secándose el sudor, recibiendo licor, tirando las maracas cuando terminó su última escena) recibe el escritor una queja de alguien que dice que ?maleducados estos soneros?, y la respuesta: "[?] oiga señora, oiga señor, esto es así, es la salsa ¿comprende? Y algo raro tiene que pasar cuando se piden permisos en tantas fábricas, los buses llegan atestados de gentes de todos los barrios, el traje do- minguero para esta ocasión, expresión alegre para la cara, aplausos, y definitivamente, estamos bien, muy contentos, ese pelao del trombón, la trompeta del gordo, timbalera, tumbadora, Lavoe y otra vez Lavoe Ay que soba y soba, ay que soba y soba?, que vaina la policía se lleva a un muchacho, rechifla, quebrar de botellas, ay que soba y soba, sentado en al radiopatrulla con la cabeza entre las manos, triste muy triste, compay, y pensar que pago buena parte de lo que trabaja en la semana rompiéndose el coco, mujer falacia impostora de caricias, la ambulancia corrió rauda por la avenida, ese tipo se quebró la pierna por estarse colando, pa?lante, alta la frente, el gordo de la filmadora parece un trompo bailando vinieron todos para oírme guarachar, dos piezas más y punto final; rellenas, jugos, cholaos, maíz, pisones y no hay plata para ir a bailar, ¿cuánto vale el ?cover??, mejor me voy a dormir, tengo que trabajar mañana, lástima, no cantó el Todopode- roso, ni Panameña, pero vamos jugando?" Lavoe regresó a inicios del mes de agosto de 1978, y en una crónica del periódico El País, responde algunas preguntas concernientes a sus inicios y trabajos con Pacheco y Colón, sus afectos en Europa, New York, y Panamá como artista reconocido de lo que él llama la ?cultura latina?. Sobre el afán del periodista al decir que ?Cali es la capital de la salsa? recibe la respuesta de Lavoe ?Eh, chico, si tú quieres saber de todos los sitios que he visitado en el mundo y don- de he actuado, cuál ha sido el que me ha comido el corazón y me ha trastornado el cerebro, pues te diré que es Buenaventura?. Referencia su canción ?Periódico de Ayer?, de Tito Curet Alonso, como la más exitosa en ese momento, además de afirmar que si le tocara escoger una orquesta de salsa en donde cantar, escogería Eddie Palmieri, y respecto a las orquesta colombianas, menciona a Fruko y sus Tesos, con los que había participado en Panamá. Una semana después, publican la segunda parte de la reseña que anuncia: "[?] Esa noche, el gimnasio Evangelista Mora sirvió no como es- cenario para uno de los shows más esperados de la salsa en Cali, sino para ratificar la especie ya circulante: Cali no es la capital mundial Pdc·09|73 Es licenciado en Historia -Universidad del Valle-. Trabajó en la Cinemateca La Tertulia coordinando el Cine Club en- tre 2003 y 2007. Es uno de los autores del libro Caminos Cruzados ?Cultura, imágenes e historia- publicado en el año 2010 por la Facultad de Ciencias Humanas de la Uni- versidad Nacional de Colombia, sede Medellín; de Héroes y Villanos del Cine Iberoamericano, publicado por Editorial Trillas Colombia en el año 2012, y del tomo 3 de la Historia de Cali en el Siglo XX dedicado a la cultura, que se encuentra en proceso de publicación. Maestrante en Historia de la Uni- versidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Hace parte del Grupo de Investigación Nación, Cultura, Memoria adscrito al Departamento de Historia de la Universidad del Valle. Fuentes e imágenes -Documental ?La Voz?, cortometraje francés producido por Benoit de Vilmorin y Etienne Sevet, 2005. -http://www.herencialatina.com/MulatoValverde/Hector_Lavoe_ Umbero_Valverde.htm -Revista TV Semana, periódico El País, sábado 12 de marzo de 1977. -Fernando Ortiz Alvear, Revista Viernes Cultural, periódico El País, Sábado 4 de agosto de 1978. -Fernando Ortiz A., Revista Viernes Cultural, periódico El País, sábado 11 de agosto de 1978. de la salsa?. Ni el concurso de bailarines, un tanto desorganizado y cursi (como realmente lo fue), ni el espíritu alegre y desbordado de Piper Pimienta Díaz, estrenando su ?Banda Pimienta?, y menos la calidad y show de Héctor Lavoe, sirvieron para despertar a la masa congregada en el frío coliseo. A Lavoe se le fue la respiración. Gran parte de su actuación la dedicó a tratar de motivar a los asistentes, pero todo fue inútil. Sólo seis canciones y el ?Monstruo de la Salsa?, aterrado y confun- dido, tuvo que parar. Disgustado por la frialdad de los caleños y des- esperado ante una inesperada asfixia, tuvo que claudicar. ?Realmente Cali no tiene sabor?, dijo y agregó ?me quedo con Buenaventura, nadie le jala", dijo. Héctor tiró el micrófono, bajó corriendo las escalas del tablado y rápidamente buscó refugio en uno de los camerinos. Aquella noche del jueves tres de agosto sirvió para que Cali se hundiera y Buenaventura quedara exaltada como la nueva capital de la salsa. La referencia de prensa nos muestra la gran impresión que Buena- ventura le dejo a Héctor Lavoe, espacio geográfico que más adelante le sirviera para descansar de sus días musicales de Juan Pachanga Charanga; descubriendo la aproximación del cantante a las formas de asumir la rumba por parte de ese público que ya lo hacía suyo dentro de las esferas del ritmo salsero. Música y ritmo de Lavoe que todavía escuchamos en la oferta radial que programa diariamente alguna canción, o que anualmente no deja escapar la fecha de su muerte para realizar homenajes de toda índole; y que escuchamos también en los espacios de rumba de acá o allá, no falta ?una? que invite ?a brillar baldosa?, con viejos y nuevos oyentes que lo descubren y redescubren recordando que ?es chévere ser grande, pero es más grande ser chévere?. Yamid Galindo Cardona