Las muertes anunciadas : representaciones sociales de la eutanasia, una ventana al mundo médico de la mano de los dilemas éticos, la muerte y el cuidado paliativo.

La muerte es justa, pues ataca a todos sin igual, sin importar la especie, la edad, el género, la religión o postura política. Es una máxima en la historia de la humanidad, pues siempre aparece en la sombra, en la oscuridad de la brillantez de la vida. Es seria, dado que ataca una única vez, sin fallar. Es callada y taciturna, pues tiende a vagar sola, y a su llegada, siempre hay momentos de silencio. Dicen que es fría, insondable y que no posee corazón, pero no se entiende que únicamente está haciendo su trabajo.

Pese a todas sus características, de la muerte es preferible no hablar. Cuando se le menciona tiende a producir el espanto, seguido inmediatamente de actos ritualizados como el tocar madera, escupir al aire o votar un poco de aguardiente a su nombre para que no se aparezca. Se le vincula con la enfermedad, con el fin de la vida y con la tristeza. Además, se le han adjudicado apellidos, pues como aparecen publicitados en los medios de comunicación, hay muertes pasionales, muertes por feminicidio, por cirugías estéticas, por asesinato, entre otros.