Si no la cagan a la entrada, la cagan a la salida
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Resumen
Recuerdo muy bien que aquel sábado nevó toda la mañana, las calles estaban llenas de nieve, los niños veían televisión mientras yo arreglaba la cocina y mi esposo reposaba en nuestro cuarto. Juan bajó como a la media hora, después de que terminamos de almorzar, y me dijo que tenía que salir, que tenía una cita con un cliente. A mí se me hizo raro porque la noche anterior, durante la comida, no comentó nada, y él siempre hablaba sobre su trabajo cuando estábamos sentados a la mesa. Es más, ya teníamos planes para salir en la tarde a patinar sobre hielo. Los domingos siempre hacíamos una salida familiar, dependiendo de la estación en la que estuviéramos. Si estábamos en verano, íbamos a la playa, y si estábamos en invierno, buscábamos algo relacionado con la nieve. En fin, éramos la familia perfecta. Hacía rato algo me decía que Juan tenía otra mujer. Yo nunca había tocado el tema, pero ese día estaba más que segura que se iba a ver con otra mujer. Una, como mujer, tiene un sexto sentido, y ese nunca falla.